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lunes, 1 de junio de 2009

Sal Del Closet

“Sal del Closet”

Mensaje a graduandas de 8vo. grado del Colegio Puertorriqueño de Niñas Por Carla Haeussler Badillo, ex alumna y Presidente de Carla’s Sweets
26 de mayo de 2009.



Directora Ivette Natter, señores de la Junta de PTO, profesoras, profesores, graduandas, padres y familiares, buenas Tardes.

El pasado martes, 5 de mayo, me entregaron un mensaje al llegar a la fábrica que leía “favor de llamar a Ivette Natter lo antes posible”.

Para mi sorpresa, dijo que ustedes me estaban invitando a darles éste mensaje en su graduación de 8vo grado. Lo que son las cosas. Cuando fui a entrar a Kinder aquí, una reconocida sicóloga me hizo la evaluación sicométrica y le dijo a mis padres que no esperaran mucho de mi. ¡las vueltas que dá la vida!

Yo acepté inmediatamente y así mismo comenzaron los nervios.

Llevo 24 días y algunas horas con los nervios de punta pensando que CARA . . . MBA les voy a decir. Básicamente tengo dos opciones: Ser políticamente correcta y decir lo que “se espera de un discurso de graduación” ó Ser yo misma y decirles las cosas tal y como las veo, de frente y sin adornos.

Pues me voy con la segunda y comenzaré por ofrecer una disculpa a cualquiera que se pueda sentir incómodo.

Hace 22 años y 30 libras menos me paré en este podio a dar un discurso al estudiantado, no por mis honores, no, fue el discurso que di cuando corrí como candidata a secretaria del Consejo de Estudiantes. Quiero que sepan, que aunque me dieron una pela asquerosa, el tiempo que estuvimos en campaña fue único, fue brutal. Gocé de principio a fin y les aseguro que si tuviese la oportunidad de postularme otra vez, aún sabiendo la pela que me viene pa’encima, lo haría otra vez. Aunque esta vez correría contra alguien que no tenga tantas hermanas en los demás grados.

Dos años más tarde, me volví a parar en este escenario pero no aquí en el podio, sino, un poquito más allá, para recibir la única medalla que gané en mi graduación de 4to año; la medalla de Fidelidad. YES!, esa medalla la dan a todas las que estudiamos aquí desde 1ero hasta grado 12… ¡Por lo menos no me fui con las manos vacías!

Así es. Nunca fui estudiante de honores. Estudiaba lo suficiente para pasar de grado, las clases eran muy aburridas, digamos que así lo percibía yo que tengo déficit de atención, aunque el aquel momento no lo sabía.

Yo me sentía rara, extraña, fuera de sitio. No podía comprender por qué mis amigas podían atender a la maestra y tomar notas y yo me la pasaba soñando despierta mientras llenaba de dibujos mis libretas.

Por otro lado, no me gustaban las discotecas, las fiestas con mucha gente y tampoco la bebida, sin embargo, mis mejores amigas hacían todo lo que a mi no me gustaba. ¡Qué remedio! En mi casa no me podía quedar. Recuerdo de chiquita mi mamá decirme “Carla por favor, vete con las niñas de tu edad, ésto es una conversación de adultos” y yo me frustraba porque me gustaba estar entre adultos. Eso de sudarme jugando al escondite no era lo mío.

El punto es que me sentía fuera de sitio. Mi forma de pensar, de cuestionar, de ser, iban contra el “status quo”. Estaba incomforme. No tuve más remedio que aprender a ser como los demás para poder encajar y así transcurrieron los primeros 18 a 20 años de mi vida.

Solicité y fui aceptada en la Universidad de Hartford sin tener la más mínima idea de qué iba a estudiar. Sabía que quería ser abogada litigante pero tenía que estudiar cuatro años más antes de entrar a escuela de leyes y como todas mis amigas se iban pa’ college, pues yo también tenía que irme. Eso era lo esperado, “lo correcto”.

En marzo del mismo año mi mejor amiga me hace un “blind date” con Carlos Pérez, un muchacho guapísimo 8 años mayor que yo, o mejor dicho, yo soy 8 años más joven que él, y dos meses más tarde le dije a mi papá que no quería irme a Hartford. Quería quedarme aquí en Sagrado Corazón. Papi me preguntó si yo estaba segura de lo que estaba haciendo y le dije que si.

Gracias a esa decisión, Carlos Pérez y yo llevamos 20 años juntos y tenemos tres hijos maravillosos.

Para esa época fue que comencé a entenderme a mi misma. Entré a Sagrado por la escuela de Administración de Empresas y antes de terminar el primer semestre me di cuenta que eso no era lo mío. Lo encontré aburridísimo. ¡Qué ironía! Para el segundo semestre me cambié a Ciencias Sociales con una concentración en Sistemas de Justicia. Me gustaba tanto que disfrutaba mis clases, eran súper interesantes y para mi sorpresa sacaba A a cada rato. ¡Ajá!, Ahí estaba la clave del asunto. No era que no me daba la gana de atender y sacar buenas notas, es que el sistema está diseñado para aburrir a cualquiera. Antes odiaba tener que leerme un libro, ahora me encanta leer, porque puedo escojer los libros que me interesan.

Jóvenes, los estudios, los promedios, los honores, la escuela, la Universidad de donde se gradúen no van a garantizarles el éxito. Esto les va a servir para conseguir un buen trabajo, de ahí en adelante están solas. Esto no les va a servir de nada cuando se enfrenten al mundo si no desarrollan su carácter y por carácter me refiero a tener el valor y la entereza de tomar las desiciones que tengan que tomar sin importar lo que dirán o pensarán los demás. Por carácter me refiero a poder cerrar un trato con un apretón de manos sin necesidad de abogados ni contratos. Por carácter me refiero a sostener y defender “la palabra” de uno por sobre todas las cosas.

Amigas, atrévanse a hacer con sus vidas lo que ustedes quieran, lo que les apasione, lo que las haga soñar. Los primeros 5 años de Carla’s Sweets fueron tan intensos que Carlos y yo prácticamente desaparecimos del panorama. No había tiempo para ir al cine, a alguna fiesta de amigos, etc. Trabajábamos los 7 días de la semana 10 y 12 horas diarias a tal punto que en nuestro closet solo teníamos unas cuantas t-shirts blancas, pantalones cortos blancos y un par de tenis cada uno porque era lo único que necesitábamos. Aunque estuvimos esos cinco años desaparecidos, fueron maravillosos. Para nosotros no era un sacrificio acostarnos a dormir a las 11:00 p.m. y estar despiertos a las 6:00 a.m. Por el contrario, nosotros deseábamos que llegase el próximo día para empezar otra vez la rutina de los merenguitos.

Si ustedes aman, si sienten pasión por lo que van a hacer con sus vidas, serán exitosas y felices, como lo soy yo.

En más de una ocasión me han preguntado cual es la clave del éxito y siempre digo que no hay una clave para el éxito. Es un conjunto: deseo, pasión, conocimiento, humildad, tenacidad, en fin, son muchas las claves para el éxito.

Tengan sus mentes abiertas a todas las posibilidades y oportunidades. Aprendan un poco de todo en vez de enfocarse en una sola disciplina.

Tomen riesgos, cometan errores, así es que uno crece. El dolor es alimento para el alma y nos da coraje para seguir adelante. Si no te escocotas de vez en cuando no aprenderás a levantarte. Y créanme, mientras más temprano mejor.

Si sólo van a recordar una cosa de este discurso que sea ésta, porque yo ni siquiera recuerdo quién dio el mensaje de mi clase.

¡SALGAN DEL CLOSET!, SI, ¡SALGAN DEL CLOSET!

Como dijo el famoso poeta urbano del siglo 21 René Calle 13: “Atrévete, destápate, quítate la manicura, que nada te detenga”

No quieran vivir la vida de otro, no se conformen con ser una copia barata de otra persona, viva cada una la suya. Sé tu misma. Sé genuina. Sé libre. Sólo así encontrarás la alegría y la pasión en tu camino por la vida. Sólo así te sentirás satisfecha y orgullosa de tu trabajo. Sólo así podrás estar realmente al tanto de todo cuanto sucede a tu alrededor. Sólo así podrás liberarte de las ataduras de tus propias limitaciones.

Amigas: Esto es lo importante; yo ví la oportunidad y me atreví. De ahí en adelante han pasado 15 años. Las oportunidades nos pasan de frente a todos, Unas las vemos, otras no. Unas nos atrevemos y otras no. ¿Cuál serás tu?

He tenido muchas alegrías y muchos de tropiezos. Ciertamente no ha sido fácil, nada lo es, pero gente, qué satisfacción tan grande se siente luego de “Salir del Closet”; Así me he sentido desde entonces, liberada. Ya no tengo complejos y no me siento fuera de sitio porque me conozco y me gusta lo que soy.

No quiero finalizar sin agradecer profundamente ésta oportunidad. Para mi ha sido un honor estar esta tarde aquí con ustedes y “!NO SE DEJEN COMER LOS DULCES!”